30 may 2006

La loca poesía de una loca geografía

Por Humberto Quino Márquez, 1985 (prólogo)

I. Soliloquio sobre la materia.-
El ejercicio de la literatura, materia vasta y controvertible, a veces suele deslizarse y anclarse en teorías deleznables, que esconden su fragilidad detrás de una sagrada cita; estos juegos de artificio, permiten por un lado, ahorrarse la molestia de pensar y por el otro, encubrir el vacío con un dedo. El trabajo de investigación y crítica que supone una antología, bordea el magno círculo de la subjetividad o la objetividad, viejos instrumentos conceptuales pre-hegelianos, para ser lo que siempre ha sido: una cópula orgásmica/estética del lector con el texto, del texto con el lector (Tiresias se muerde la cola): v.gr. la fiesta en el lecho del parnaso del "lector macho" (Cortázar). Este acto genésico, el ritual del placer estético, traspada ambas esferas: lo objetivo se hace subjetivo y los subjetivo se hace objetivo. Concebida una antología de esta manera es inútil exigirle al "antologador", la confirmación de nuestros gustos o disgustos, porque, o bien sería pedirle peras al poeta o perlas al autor de esta selección. Ahora, como este fruto no es una monada, es decir, un huevo encerrado en sí mismo, sino un río que se interna en los dominios del lenguaje poético, el fluir de esta savia, el péndulo en movimiento perpetuo, no tendrá otro escollo que la ceguera del lector, ver para no ver.

II. Preliminar hálito.-
Esta muestra de la nueva poesía chilena, pretende construir, a pesar de los vacíos y las omisiones, un nódulo poético, diferenciado de la generación anterior: pienso en Huidobro, en De Rokha, en G. Rojas, en Parra, en Lihn, en Neruda, etc., etc. Mas, no por eso se hecha por la borda la tradición literaria, ella está presente en cada uno de los discursos de esta poesía. Si por tradición entendemos, no la ciega adherencia a un modelo previamente establecido, sino la transmisión, cuestionada y enriquecida de un determinado caudal cultural: la tradición no es la negación de la creatividad y la creatividad no es la negación de la tradición. La relación entre tradición y ruptura, ya señalada por O. Paz, nos induce a pensar en el salto cualitativo de la vieja dialéctica: el salto cualitativo está expresado de una conciencia de sí, que ilumina el vínculo entre realidad y lenguaje, desde uan nueva perspectiva estética.

III. El rostro de la palabra.-
Las formas e la poeticidad, es sabido, son homogéneas, y por lo mismo irreductibles, la poetización de un lenguaje, instaura un caos generador, así en los significantes como en los significados: la poesía se transfigura, tanto en los discursos llamados "herméticos" como en aquellos que suponen una transparencia.

IV. Llegada la noche ¿dónde el cazador?
La degustación de esta poesía, nos incita a formular ciertas hipótesis, que dentro de la variedad de interpretaciones que se han dado en torno a ésta: Carlos Cociña, Floridor Pérez, Valente, etc., no carecen de cierto interés: 1) La reflexión 7 inflexión sobre el lenguaje poético. 2) La rearticulación del lenguaje poético con el contexto social. 3) La absorción de otras fuentes: la tradición anglo-americana: Eliot, Pound, W. Williams y la revaloración de lo propio: Huidobro, Parra y G. Rojas antes que Neruda. 4) La abominación de toda retórica. Este universo conceptual podría expresarse como: A) La utilización de la ironía como un arma de múltiples filos; el poeta que se revuelve en el pantano (sociedad opresiva e injusta), el poeta que se revuelve contra sí mismo y trata de recobrar su halo humano; B) El humor, negro 7 blanco 7 rojo, ese líquido del cuerpo que repudia toda ilusión, el velo que descubre lo real-real; C) La palabra que trabaja con su propio hilo: la orgía verbal que ha dejado de ser un juego inofensivo, para ser rigor, precisión, belleza: un oficio en el que se va la vida. (¿Quién dijo eso?); D) La inserción en la costra del gran monstruo: la historia como epifanía de la rebelión=a la rebelión como epifanía de la historia.

V. Justificación de la cronología.-
No es una casualidad (un juego de poetas no abolirá el azar), que esta arbitraria selección empiece con Juan Luis Martínez, su obra configura una nueva propuesta verbal, una ruptura 7 apertura en el espacio lírico chileno.

VI. De las innumerables dificultades que entraña un final feliz.-
El difícil acceso a los textos, para quién no visita Chile, desde hace más de una centuria, tuvo un obstáculo más: la diáspora / exilio, de una parte de los poetas aquí presentes, obra de la mano negra del papá idiota y sus consortes. Por eso mísero y errante, sólo espero del benigno / maligno lector, la feliz conclusión de esta parábola / antología.

VII. Del clásico besamanos.-
Quiero dejar constancia (¡es suficiente!), que este texto no hubiera sido posible, sin la generosidad de Blanca Wiethüchter, de Ricardo Wilson, de Sergio Gaytan, de Gonzalo Santelices y de los editores de las revistas. La gota pura, Literatura chilena en el exilio, etc.